En vuestras investigaciones genealógicas, si es que os habéis decidido por ese camino, seguro que os habéis topado en alguna ocasión con el término "ejecutoria de hidalguía", o "pleito de hidalguía", y probablemente os haya llamado la atención, y creado alguna expectativa de grandeza.
Quiero explicaros un poco en qué consiste esto y cómo puede ayudaros en la investigación.
La palabra hidalgo en sentido amplio equivalía a “noble”, pero en un sentido más restringido denotaba sólo el escalón inferior de la nobleza; el superior o aristocrático estaba integrado por los títulos. Entre ambos quedaba una zona intermedia formada por los caballeros.
Estos “omes hijosdalgo” gozaban de ventajas legales y reales: dominio compartido o total de los municipios, exención de ciertas cargas fiscales. Gozaban también de privilegios judiciales: por ejemplo no podían ser presos por deudas, ni atormentados -solamente en caso de alta traición-, no sufrían penas afrentosas (azotes, horca, galeras) y tenían por cárcel lugares más decentes, separados de los delincuentes comunes.
David García Hernán, en su libro sobre la nobleza en la España Moderna, incluye a los hidalgos en “la baja nobleza”, el estrato más numeroso del orden nobiliario, cuya distinción con el estado llano radicaba generalmente y con exclusividad en los privilegios jurídicos de que gozaban. Este autor subdivide a los hidalgos en dos clases, los hidalgos notorios y los hidalgos de ejecutoria. Los primeros formaban parte de la nobleza de sangre y eran también denominados “hidalgos de solar conocido” o “de devengar 500 sueldos”. Eran descendientes por línea masculina de linaje noble o de hidalgos con un solar comúnmente reputado en el lugar.
Los segundos, los hidalgos de ejecutoria, eran de menor consideración que los anteriores, probaban ante los jueces la condición hidalga -de al menos tres generaciones- de su sangre, atestiguada por los vecinos del lugar.
Cada cierto tiempo (en Castilla por ejemplo era cada 7 años) en cada pueblo se realizaban los padrones distinguiendo entre los hidalgos y los pecheros (se denominaban padrones de distinción de estado, y cuando se conservan proporcionan información importante en una investigación genealógica; podéis ver cómo a mi personalmente me ayudaron a dar un impulso definitivo en la investigación de mi propia línea genealógica en este link). Así, cuando alguien había cambiado su lugar de residencia era probable que en el nuevo empadronamiento no se les reconociera su condición de hidalgo. En estos casos, se había de recurrir a la Sala de hijosdalgos de la Real Chancillería correspondiente (del río Tajo hacia el sur, Granada; del Tajo hacia el norte, Valladolid), quien debería emitir un documento, Ejecutoria de Hidalguía, que reconocía el estado de hidalgo y obligaba a tratar al individuo como tal, reconociéndole sus privilegios.
En estos expedientes de Hidalguía aparecen datos sobre el nacimiento y el matrimonio tanto del que reclama su condición de hidalgo como de sus padres y abuelos (por lo que proporcionan también valiosa y cuantiosa información para una investigación genealógica).
Pues bien, hecha esta pequeña introducción, podéis encontrar en las Reales Chancillerías (Granada y Valladolid) documentación variada relativa al tema (yo mismo pude tener acceso en mis investigaciones -y conservo una copia del documento- a un pleito de hidalguía recogido en la Real Chancillería de Valladolid, relativo a Juan de Herrán, vecino de Santa Coloma, de 1787). Estos documentos son una pequeña joya para los investigadores genealógicos.
Ni que decir tiene que aparte de joya pasa a tener un valor incalculable si la ejecutoria es un incunable (o casi), como es el caso que nos relata Federico Rubio Arias-Paz Cavanillas Herrán, en la página http://maherran.byethost32.com/libro.htm#Rubio_Arias-Paz,_Federico_España.
Tuve la suerte y el gran placer de conocer a Federico en 2004 en Madrid, y aparte de compartir una agradable charla con él, me regaló un libro titulado "Los Herrán: historia y genealogía de una familia vasca", escrito por Juan Vidal-Abarca. Este libro recoge la historia de una familia Herrán de la que Federico es descendiente, y en la portada del mismo se reproduce parcialmente la portada del documento que posee Federico.
Una verdadera maravilla, os lo aseguro.